Cualquier dieta que implique sufrir largas horas de ayuno está destinada al fracaso. Antes o después el temido efecto rebote causará verdaderos estragos y volverás a tu peso anterior. Claves para adelgazar a largo plazo y evitar recuperar lo perdido.
Cuando el afán de adelgazar desesperadamente te impulsa a morir de hambre y a hacer ayunos imposibles tu enemigo número uno, y el de cualquier dieta que se denomine “milagrosa” es el efecto rebote. Dejar de comer no sólo no adelgaza, sino al contrario, engorda. Y si piensas que no es cierto, te invitamos a seguir leyendo.
¿A qué llamamos “efecto rebote”?
Definido con palabras simples significa “hacer una dieta y recuperarlo todo”. Lo paradójico del caso es que, por lo general, pocas abandonan el esfuerzo y así andan por la vida, frustradas y muertas de hambre, con una dieta que no se termina nunca.
La cuestión es que a la hora de adelgazar no existen los atajos. Si con tus ayunos eternos no logras bajar de peso, suele ser por tres motivos:
1- la dieta que estás haciendo no modifica los malos hábitos alimenticios que te hicieron engordar.
2- No haces nada de ejercicio.
3- Tu organismo está reaccionando ante el ayuno.
Y aunque no lo creas, el dejar de comer es el primer error y la primera causa del efecto rebote, por eso, regístralo en tus neuronas: para adelgazar hay que comer.
La pregunta es, entonces, ¿por qué pasar hambre engorda?
Al parecer, durante la evolución del hombre, la capacidad de guardar la energía en la grasa del cuerpo representó una ventaja selectiva para la especie humana, pues proporcionó la posibilidad de sobrevivir en épocas difíciles. Así entonces, los que carecían de esa capacidad genética para retener grasa murieron de hambre.
Hoy conservamos aquella supuesta virtud genética, no considerada actualmente como una ventaja sino como un problema, ya que los genes ahorradores continúan trabajando en las condiciones que consideran adversas, por ejemplo, cuando pasamos muchas horas sin comer.
Entonces, mujeres deseosas de adelgazar, he aquí la respuesta: no se trata de morir de hambre, sino de comer lo necesario. A continuación, algunos consejos para hacer dieta sin trastornantes ayunos:
– No te saltes comidas. Si el organismo no recibe energía, disminuyen los niveles de glucosa y se elevan las concentraciones de insulina, condición idónea para que los genes mencionados activen el mecanismo de ahorro y almacenen grasa.
– Come 5 ó 6 comidas al día. No se trata de grandes comilonas cada tres horas, sino que los tentempiés deben ser poco calóricos: fruta, yogur descremado o barritas de cereales. Con esto mantienes el metabolismo activo para quemar todo lo que esté de más y evitas que el cuerpo acumule reservas por miedo a un ayuno prolongado.
– Guíate por la pirámide nutricional: 5 raciones de frutas y verdura al día y menor consumo de grasas y azúcar.
– El ejercicio es básico para bajar de peso y no quedarte sin músculo.
– Sigue este consejo de modo intransigente: “desayunar como un rey, almorzar como un señor y cenar como un mendigo”. Es decir, consume la mayor carga energética antes de las 2 de la tarde.
El origen de volver a engordar no reside en el mayor o menor esfuerzo que te haya costado perder peso, sino en el hecho de no haber modificado tu alimentación respecto de aquello que, alguna vez, te hizo engordar. Cualquier dieta sin una base de educación en el comer estará destinada al efecto rebote.
El mecanismo es sencillo. Llegaste al peso que pretendías, pero luego de una época de continuas restricciones te sientes cansada de no comer nada y vuelves a tu anterior tipo de alimentación, es decir, a comer lo que te da la gana.
Conclusión: resulta inevitable que vuelvas a engordar.